Influenciado por el artículo de mi amigo Antonio R. y
atendiendo a la enésima invitación de Pedro he decidido subir al punto más alto
de la Sierra
de Morón. El pasado martes 21 por la tarde,
(cualquier día es bueno), contesto a un correo que Pedro me envía y esta vez le
digo que si.
Cuando llegamos a la famosa venta de Espartero nos dimos cuenta de que: !anda, los donus !, ! anda, la cartera !. Maritina y Yo no llevábamos ni lo mas elemental el AGUA. Pero no fue por novatos, sino por las prisas que son mala consejeras. Yo llegue a las cuatro del trabajo y después de comer como los pavos, salí pitando y a Maritina le ocurrió algo por el estilo.
Cuando salimos del coche nos sorprendió el trasiego de camiones. La dueña de la venta con toda la amabilidad que le caracteriza nos explicó que volvían a explotar la cantera (una de las heridas mortales que estaba apostillada vuelve a sangrar).
Los carteles de prohibido el paso y el sin parar de los camiones nos acobardo un poco y en principio empezaba a distanciarse del paseo romántico que describía mi amigo Antonio, pero le echamos valor y nos colamos por una rendija de la verja cuando daban las 4:45 h.
Comenzamos a subir (no hay ni un llanito), sin prisa y con descansos, por los infinitos caminos de cabra que existen, pero Pedro como buen conocedor del terreno que es, supo elegir el acertado.
Durante la conversación entrecortada que llevábamos, Pedro nos sorprendió
cuando nos dijo que el había subido hasta la cumbre en moto. Más tarde nos
desvelo el secreto (hay zonas por donde no iba montado en la moto, sino
acompañándola a su lado y era ella quien tiraba de él).
Llegamos a la primera casa del pastor he hicimos la sexta
parada.
En la segunda casa del pastor hicimos la décima parada (y no era una vía
crucis)
Con un taranto y dos quebrantos en la cima me planto, a la hora en punto, es
decir, a las 5,45 h. Y comenzó nuestra merendola (pastelitos, frutos
secos y los refrescos que compramos en la venta, perdón que compró Maritina, yo
no llevaba ni dinero. Gracias Maritina, te debo una).
Mirando al infinito me sentí como si fuera un saltador de trampolín (todo estaba por debajo de mi).
Un par de metros por debajo del punto geodésico, vimos un letrero luminoso de los que se encienden por la noche en las curvas de las carreteras. No sabemos con que propósito está puesto, pero si que está muy bien sujeto.
A la bajada Pedro propuso otro camino un poco más agreste y como valiente
que somos le dijimos que por supuesto (al poco tiempo me temblaban las piernas
y Maritina arrastró el culo varias veces).
Entre charlas, bromas, más charlas y risas, llegamos al
coche que habíamos dejado en la entrada de la gran casa que antes fue de unos
americanos. Serian las siete de la tarde. Tempranito, ¿verdad?.
Al salir del coche nuevamente en el "pollo" me
encuentro con un amigo y durante la charla se me ocurre decirle que vengo del
pico de la sierra (como el que dice "vengo de la Carrera") y no se lo
cree, pero lo peor es que yo, tampoco.
En fin, una tarde increíble, muy apacible, con su pizca
de esfuerzo y que yo al igual que Antonio R. os recomiendo que lo hagáis antes
de que nos quedemos sin Sierra. ¿Qué pasará con el logotipo del Club? ¿Lo
dejaremos de recuerdo?
Es un aberrooooochoooo.